Un sarcasmo. Una sonrisa sarcástica. En unos labios purpúreos. En una fisonomía perfecta. En un irónico gesto. En una madrugada. Entre las líneas ilegibles de una conversación irracional. O no. Entre un par de cigarrillos y las cintas noventeras de un coche ochentero. O no. Entre la noche y el día. Entre Jack Daniel’s y Jägermeister. Quizá entre la ginebra y el ron. O los infortunios de la cerveza y el vino. En el país del suelo. Del suelo más mugriento. En el salto de un charco. En unos labios purpúreos. En una sonrisa sarcástica. Puede que no la más atractiva, pero sí la más franca.
Suena ésto.
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